02 mayo 2007

Julian Barnes: La mesa limón


Dos ancianas conversan mientras comen, sonríen y se callan más cosas de las que dicen. Una es estadounidense y la otra inglesa. Puede parecer que el menú es corto, pero en manos de Julian Barnes se convierte en algo con variadas texturas y que es mejor comerse rápido pero sabiendo degustarlo. Las dos son viudas. Las dos saben que el marido de la otra no era lo que aparentaba. Pero no se lo dicen. Porque son amigas. Y las amigas están para ayudarse, no lo duden. El relato se sustenta en el diálogo, en breves descripciones físicas y en la ironía con que se nos muestra la cara visible y fingida y la cara real y oculta de ciertas relaciones humanas en las que todo es a la postre prescindible aunque a primera vista parezca todo lo contrario. La crítica está clara: miramos con detenimiento -pero no lo decimos - cuánto dinero tiene el que está sentado frente a nosotros, nos creemos superiores porque conocemos secretos de su vida íntima que desconoce el propio implicado -este relato es una oportuna creación en el mundo actual, lleno de programas televisivos que andan tocados del corazón-, y estimamos que somos mejores y más completos porque sabemos lidiar con las decisiones morales, en las que casi nunca fallamos, máxime cuando la autocrítica no nos parece sino una manera de perder confianza y alegría en la vida que nos queda por vivir. El relato se llama "La de cosas que sabes" y es un gran ejemplo de la prosa, el humor bien ejemplificado y la incursión en territorios muy reales que sólo los grandes escritores como Barnes manejan con tanta soltura y pueden volver tan interesantes y magníficamente transparentes.