12 septiembre 2007

Carta a Ismael Serrano


"Mi utópico amigo". Así me llamaba mi mejor amigo de los veintisiete años. El que ya no me entendía tanto a los veintiocho, el que no era mi amigo del alma a los veintinueve. Me siento incomprendido casi siempre, cuando hablo y cuando callo. Incomprendido cuando tengo que explicar por qué escribí algo tan duro, por qué me quedé tan blando aquélla otra vez. Pero siempre he sido utópico. Mi amiga de Los Ángeles (California), a quien nunca he visto y a la que conocí por un blog, es quien mejor me entiende. Quizá porque nunca me ha mirado a los ojos, porque nunca se ha dejado engañar por el tono equivocado de mi voz. Muchos somos así, nos sentimos así. Incomprendidos. Por eso me sabe mal escribir y no ensalzar a mi admirado Ismael Serrano, que tan bien me entendía, sin conocerme, escribiendo canciones como "Ya quisiera yo", que me describe como si Ismael hubiera estado un año entero viviendo a mi lado. Pero es que, Ismael, los tres últimos discos que has sacado me duelen en el alma, me decepcionan. Sí, dices que te niegas a crecer, pero has perdido ironía incisiva, has perdido algo de mala leche, te has suavizado, te has enredado con las letras románticas, te has instalado en un tono cercano a lo monocorde, amigo, ¿qué te está pasando? Oigo tus "Sueños de un hombre despierto" y me obligas a golpear la pared, a volver la cara, a quejarme a media voz -¿quién podría oírme, a quién le importará?-, porque tú tampoco me entiendes ya. De nuevo muy solo, Ismael. Con lo que he cantado yo "Tierna y dulce historia de amor", "Papá, cuéntame otra vez" y "Al bando vencido". Ya no puedo cantar tus canciones, tus nuevas canciones, porque se ve que me he hecho viejo y tú sigues joven, algo adolescente, quizá demasiado adolescente. Y mira que te quiero, amigo, y mira que me cuesta escribir esto, mira que sé que eres un utópico como yo. Incomprendidos, Ismael. Ahora, también, tú y yo.