06 septiembre 2007

La vivienda, derecho contitucional

Mi amigo Luis Castillo lo ve muy claro: un sistema se autosdetruye cuando acaba por vender sólo humo y añagazas. Seguro que pensáis en Cuba, pero él se refiere a nuestro sistema, el hipercapitalista en que vivimos (sobrevivimos). Viene esto a cuento de que un presidente de una comunidad autónoma de España ha prometido vivienda digna para la gente que menos dinero tiene, que menos dinero gana. Inmediatamente, un montón de tertulianos, políticos, articulistas y "pagados por los que cierran bocas" (Luis dixit) se ha apresurado a tachar la medida de electoralista -¿pero no faltan más de seis meses para las elecciones? Qué exageración -, de imposible y hasta de inoportuna. Son los que no quieren que el estado ayude al ciudadano, los que no quieren que se ayude a los pobres, los que no quieren que se corrijan las grandes desigualdades gracias a las que se mantiene un sistema tan mentiroso y dañino como el que padecemos, afirma mi amigo Luis. ¿Por qué esos tertulianos, esos analistas, esos economistas -la profesión más imbécil del mundo, ya que sólo da inútiles, pues vaya cómo tienen el mundo los encargados de cuidar del euro y del dólar-, esos articulistas -dejemos a los pagados para intoxicar- no se dedican a exigir que se cumpla ese derecho recogido en nuestra Constitución, por qué no se empeñan en reclamarlo en todas la comunidades de nuestro país, que pueden -si quieren- tomar cartas en el asunto? Si ya no vemos esto, sigue diciendo Luis, es que estamos muy enfermos, el sistema está muy enfermo, y si no se exige ya ni que se cumpla el mínimo exigible es que estamos en proceso de autodestrucción. No creemos ya ni en nosotros mismos. Qué país, qué mundo, añade Luis. Politiqueo, intereses oscuros, mandados que entonan la canción de su amo. Que vengan ya los extraterrestres, hombre.


(Foto: Alberto García-Alix)