Nunca acabo de explicarme por qué hay libros valiosos que desaparecen y son engullidos por el olvido y el desinterés de quienes viven de los libros. Sé que vivimos en una sociedad hipercapitalista, con editoriales dirigidas por ejecutivos que poco o nada saben de literatura y mucho, eso sí, de números. Pero que se les pase reeditar libros como éste, que tienen un gran público potencial, no me lo explico.
Editado por Laia en 1989, "La biblioteca musical" es un libro que reúne un conjunto de relatos que tocan temas que a todos nos interesan - una madre que ha perdido a su hijo, que sólo vivió cuatro días; una mujer violada que intenta rehacer su vida familiar; un hombre con una enfermedad terminal; un obrero que de repente decide escribir- y que se presentan envueltos por una prosa de altura, con grandes aciertos verbales y morales, profundos, que incita a saber más de la gente y de los músicos, de los que ya han triunfado y de los que los forman, profesores que tienen vidas privadas que nos reflejan a todos.
Es un libro que tiene un público potencial grande, que posee la sensibilidad adecuada para captar a un número importante de lectores que pueden ser habituales o que se acerquen al libro porque adoran la música.
"El regateo" es uno de los relatos del libro. Una profesora es interrogada por un alumno insatisfecho mientras realiza ejercicios al piano. Quiere saber si es preciso haber sufrido para ser un gran artista. Quiere que ella le responda, pues ha perdido a un hijo. Y la respuesta vendrá de la mano de Vladimir Ashkenazy, el pianista que está fotografiado en la portada de un disco y dialoga con la profesora durante unos instantes en que realidad y fantasía se unen sin que nada se estropee, con una naturalidad apabullante. Ashkenazy -ese pianista al que los habituales de este blog saben que admiro más que a ninguno otro- le ofrece una nueva mirada, le da un consejo y ella lo sigue. Y se oye al fondo un vals amargo de Chopin.
Sólo en librerías de lance, en librerías virtuales es posible encontrar ya libros como éste. Pero os aseguro que merece la pena buscarlo y conseguirlo. Yo sigo la actualidad casi al minuto, compro novedades, no soy un nostálgico recalcitrante. Pero opino que hay libros que no merecen desaparecer, que exigen del lector un pequeño esfuerzo de búsqueda y paciencia y recompensan con momentos y recuerdos que indeleblemente quedan en la memoria. Éste libro es uno de ellos.