Es un fotógrafo que sabe componer, que basa la fuerza de sus afirmaciones gráficas en el encuadre, que es una toma de postura siempre, una elección fundamental, muchas veces original y arriesgada, porque Antonio Jesús García corta algunas cabezas, elimina detalles que a ciertas miradas parecerán errores, pequeños despropósitos, y en verdad son parte de un estilo sobresaliente de estética y de ética. Los que le conocen le llaman "Ché", no me preguntéis por quién. Y en sus fotografías no faltan la conciencia, la apuesta personal, el riesgo. No se conforma este fotógrafo con repetir modelos -y los tiene grandes y de un calibre monumental: Lee Friedlander, Robert Frank-, con sumar imágenes neutras. No ha pretendido nunca ocupar un espacio porque le apetece, porque cree que se lo merece. Antonio Jesús García "Ché" fotografía desde las tripas y selecciona luego el material con los ojos, con la mente iconoclasta, transgresora. En el libro del título de esta entrada, editado en el marco de los actos de PhotoEspaña 2002, encontramos a un músico sin cabeza que lo expresa todo con las venas del cuello, a un afortunado muchacho que ríe con mucha boca y sin ojos, a un ciego del que vemos una sola pierna y su bastón crudamente blanco, los pies del fotógrafo junto a una cara televisiva, a dos desconocidas en un bar bajo un cristal que recoge el movimiento de salida a la calle, a un hombre y a su perro y una sombra de árbol que hiere y amenaza, a las procesionistas de un paso de Semana Santa de las que sólo vemos sus zapatos, sus rodillas y sus faldas. Pensaréis que son fragmentos, algo roto, pero no es así: son expresiones, verdades que crecen desde el detalle y la ausencia, que le piden al espectador que participe -esa interactividad tan vendida ahora en todo lo audiovisual-, que sugiere y no da hecho, rehecho, quemado ni requemado nada. "Ché" elige y plantea, no da lecciones ni vende imágenes cargadas de bellos colorines y que solicitan tan sólo el asentimiento del espectador porque cuenta con éste, con su voluntad y su buen saber, porque no concibe el mundo desde ningún púlpito, porque no quiere ser maestro sino cómplice. Al arte le sobran tipos que se creen maestros y necesita que surjan más autores como este fotógrafo almeriense que propone y no explica, que desde un blanco y negro afecto al realismo humanista hace un recorrido por nuestra realidad y nos brinda momentos de acierto pleno que nos invitan a relacionar aspectos de la vida cotidiana que huyen y que sólo en su cámara reposan y se vuelven inmortales y nos conceden una segunda oportunidad de mirar, de entender mejor, de movernos con la mente y con el alma desde nuestro puesto de observadores frente a la foto ajena.
Visita a la web de Antonio Jesús García y sus series fotográficas
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