Nos dieron una libertad ficticia; la real la posee, en este mundo, tan sólo el dinero.
La literatura, cada vez más, es un pozo con una sola estrella: el ego del autor.
En televisión se necesitan más telones. Sobre todo de boca.
El periodismo ha muerto: sólo quedan funcionarios de plantilla que van a ruedas de prensa y copian lo que sale de bocas muy bien educadas para no decir nada relevante.
La vida se vuelve un lugar común y no hay más aventura que morirse para cambiarlo todo.
Las parejas se separan, los hombres se encogen y las mujeres empiezan a mirar con ojos luminosos.
Pero no hay mujer que lo sea enteramente ocupando el espacio de poder del hombre y siguiendo su erróneo ejemplo. Habrá un cambio cuando en el mundo manden las madres, cuando triunfe la ideología de las madres.
Foto: Baylón
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