Conocí a Xavier Miserachs en 1998. Le entrevisté para los cuadernos del Grupo Indalo Foto, de Almería. Era un hombre afable, inteligente, y se mostró cercano, casi como un compañero, conmigo y con Jaime García Zaragoza, que manejaba su cámara retratándole y conversaba con nosotros en los momentos en que Miserachs nos invitaba a hacerlo, que fueron muchos durante el rato en que, teniendo como testigo una grabadora y algunas fotos en la Escuela de Artes, viajamos con él por su pasado y sus anécdotas y sus comentarios siempre profundos y a la vez sencillos. Son unos minutos que nunca olvidaré. Como tampoco olvidaré nunca la cara de Jaime cuando nos enteramos de que Xavier Miserachs, poco tiempo después, había muerto.
Xavier Miserachs ha sido y será siempre uno de nuestros fotógrafos más representativos, más queridos, mejor considerados. En su obra hay fotos absolutamente necesarias para recordar una época y un país, con emigrantes, coches pequeños y muy útiles, trabajadores y niños a los que Miserachs se acercó para saber algo más de ellos y dejarnos luego una nota, una mirada para compartir. Yo le entrevisté emocionado, satisfecho sólo con estar a su lado -nos concedió la entrevista gracias a mi maestro y amigo Carlos Pérez Siquier-, con oírle narrar fragmentos de los días de "Barcelona en Blanc y Negre", uno de los pocos libros míticos que ha dado el arte español. Me imaginaba a su lado, bajando y subiendo calles, observando gestos y miradas, apretando el obturador de la Leica y sonriendo, paciente y humano como él, olvidado de mí mismo. Cuando paseo con mi cámara por las calles de mi ciudad le recuerdo a veces, pienso ¨Esta foto es de Miserachs¨ cuando estoy ante una escena o una esquina que me traen a la memoria una de sus imagénes. Y me gustaría saber que aún está con nosotros y que tendré la oportunidad algún día de enseñarle alguna de mis fotos -en una de sus visitas a Almería y a la amistad inquebrantable con Pérez Siquier-, de oír su opinión. Quizá -perdóname, Carlos- es la que más me habría importado, de la que más habría aprendido a corregir y a no envanecerme jamás.
Foto: Xavier Miserachs
Foto: Xavier Miserachs