05 mayo 2009

Enterprise: El cogenitor


Una especie diferente a la humana no tiene dos sexos, sino tres. Varón, hembra y cogenitor. Éste último aporta algo de lo que los dos primeros sexos carecen y es indispensable para la procreación. Unos humanos traban contacto con esa especie -los tripulantes de la nave Enterprise, personajes dimanados de la serie Star Trek - y uno de ellos no acepta que al cogenitor se le trate como a una cosa, ya que no se le asigna un espacio propio, ni nombre, ni le se le permite desarrollar ninguna aptitud: se le ha condenado a vivir como un animal, prácticamente, aunque su capacidad intelectual es igual a la de los demás seres de su especie. Le enseña el humano a leer, despierta en el cogenitor un interés por la existencia que supera la primera etapa evolutiva en que ha vivido hasta entonces, comiendo y durmiendo y participando como complemento en el encuentro entre los dos seres patrocinadores. Pero se topa con el rechazo absoluto de sus congéneres y el cogenitor se ve obligado a pedir ayuda a los humanos e incluso asilo en su nave, pues ya no desea ser de nuevo una cosa, un ingrediente en el proceso creativo tan sólo. El jefe de los humanos lo acoge primero pero más tarde recapacita y le obliga a volver con los de su especie, pues no quiere un enfrentamiento, interferir en una cultura ajena. El cogenitor regresa con los suyos y se suicida.

La historia está escrita por Rick Bergman y Brannon Braga, responsables de esta buena serie en la que hay muchos episodios destacables, centrados en las relaciones entre especies, con muchas decisiones morales de fondo, con un vivo interés por la antropología, las causas de la violencia, la calidad de vida, la libertad, el libre albedrío, la cultura y las relaciones humanas. Una serie de ciencia ficción que en historias como ésta nos gana y nos deja muchos temas en los que pensar una vez las imágenes han desaparecido de nuestra pantalla.


Foto: Imagen del episodio