Es muy difícil hallarle sentido a la vida. Y es muy difícil hallar el ritmo de la vida. Y enormemente difícil hallar la manera de contarlo después de encontrarle sentido a la vida, de palpitar al unísono con el ritmo de la vida. Y sin embargo esa es la sensación que uno tiene cuando lee algunas -pocas- grandes novelas que hablan de la vida, de su ritmo con materiales que nos recuerdan a la vida y su ritmo. Anne Tyler logra esta proeza en las mejores páginas de "Ejercicios respiratorios", libro en el que viajamos junto a una pareja que va asistir al entierro del marido de la mejor amiga de ella. Ya el primer capítulo me parece que es sobresaliente, con esa mujer algo atolondrada que trabaja en una residencia de ancianos y está casada con un hombre que la trata con una sutil displicencia, como todos lo que la conocen. Enfadada, se baja del coche y en menos de media hora planea una nueva vida en otro lugar, con otras gentes, alejada de su marido y de los suyos, de una manera que le resulta plausible y creíble, no una locura, no un calentamiento de la (sin)razón, no una afrenta a la realidad, a su realidad. Anne Tyler narra de una manera perfecta: hay una cercanía que no empalaga, un humor que no caricaturiza, un ritmo que no empuja ni adormece, justo: el ritmo de la vida.
A vueltas con el manga
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Ya hemos dedicado varias columnas de prensa al manga: por ejemplo, esta.
Hoy volvemos a hablar del cómic japonés con motivo de la recuperación del
ensay...
Hace 2 horas