Me dice mi amigo Luis Castillo que con esto del invento del villarato y de las ayudas arbitrales a un solo club, en este caso el Barcelona, la prensa deportiva -y no deportiva- de Madrid se está pasando y haciéndole un flaco favor al aficionado madridista. Le pregunto por qué. Dice Luis que, primero, le parece una tontería que un equipo grande incurra en el victimismo -Ay, los ricos también lloran, y no nos dan nunca pena, apostilla-, más si en el pasado de ese club ha habido tanto y bueno recibido por parte del estamento arbitral. Lo segundo que le fastidia es que utilice un periódico que pertenece a un grupo de izquierdas una táctica que últimamente ha utilizado tan machaconamente, en el ámbito político, un periódico de derechas para insistir hasta la saciedad en teorías conspirativas con que arañarle votos y credibilidad al gobierno socialista. Es poco inteligente utilizar las artimañas que el contrincante ha usado hasta hace poco. Pero eso es política, Luis, opongo. Y él me dice: Intereses, Paco, ventas, dinero, poder: todo es lo mismo. Y acaba diciendo que le enfada encontrarse con amigos madridistas y no hablar nunca de fútbol, pues sus amigos están cabreados, sofocados, entristecidos. Es jodido, Paco, son aficionados del club con el mejor pasado del mundo y están entristecidos, no hablan de fútbol sino de árbitros, se han convertido en detectives de salón y miran con lupa todas las jugadas del equipo rival y no disfrutan con el juego de su propio equipo. Flaco favor les hace esa prensa que no presiona para que el Madrid juegue mejor, dé más espectáculo, sea su propia referencia, camine siempre alegre y en busca del triunfo. Los han convertido en seres tristes, arriscados, y los que se dejan influenciar mucho se pelean en seguida si les dices que actualmente juega mejor el Barça, que tiene a varios jugadores que son unos artistas, porque de inmediato se les pone la cara triste y con voz belicosa arguyen que en tal partido el árbitro se equivocó en un fuera de juego, en tal otro no ha valorado como expulsión una jugada peligrosa. Y así siguen un buen rato. No hablan de qué bonita jugada realizó su delantero o su centrocampista, qué buena parada su portero: nada. Esto es como en la política, Paco, valemos lo que valemos porque le quitamos valor al contrario, no porque en verdad sirvamos nosotros mismos para lo que sea. Es muy triste. Y así, se habla más aún del Barça que del Madrid entre los propios aficionados madridistas, se mide el sentido de las cosas por la suma de errores y no por la belleza de los actos ni el orgullo de lo bien hecho. Es muy triste. Es el panorama actual en nuestro país, así lo veo yo, Paco: no vale la verdad, priman los intereses y prima el deseo de ser el más listo, el que más vende, el que tiene siempre la razón. Y los que estamos un pasito atrás y vemos con un poco de distancia sentimos pena al observar las actitudes ruines y nada constructivas y pensamos que esto es el fútbol, esto es la política, y así nos luce el pelo.
Foto: Ramón Masats
Foto: Ramón Masats