20 enero 2007

Pedro Zarraluki: "Un encargo difícil". (2). Me alegro de no haber estudiado.

Los estudios y las clases sociales. No creo que las diferencias entre las personas, por desgracia, desaparezcan pronto. No todos pueden acudir a los mismos colegios, médicos ni encontrar iguales remedios. Las desigualdades - crecientes y con aspecto de irreparables en nuestra actualidad, no puedo dejar de decirlo - se dejan ver en la novela, están muy bien mostradas, sobre todo en los personajes de Leonor Dot y Felisa García. La primera es la viuda de un alto cargo republicano al que han fusilado y la segunda es una tabernera. La primera va a parar a la isla de Cabrera porque es reacia a firmar unos papeles. La segunda vive allí. La primera tiene una hija adolescente y que será hermosa. La segunda, un hijo deficiente mental. Pese a todo, se hacen amigas y conversan a menudo. Y un día le dice Felisa a Leonor que se alegra de no tener los estudios que tiene Leonor, una privilegiada. Están en la cocina de la taberna. Y añade Felisa: "Sería muy triste que supiera todo lo que tú sabes con la vida que llevo." Y no me parece estar oyendo una historia antigua, pasada, sino una historia actual, vigente, pues en nuestra sociedad hay muchas Leonores y muchas Felisas, más de las segundas que de las primeras, y tanta gente que nunca tiene una oportunidad, que está capacitada y jamás podrá demostrarlo que sólo la tristeza puede sobrevenir. Ayer y hoy, aún en la injusticia y en la injusta desigualdad.