27 enero 2007

Pedro Zarraluki: "Un encargo difícil" (4). Niña y mujer.

No hay que esperar acción en esta novela, porque Zarraluki no ha escrito una novela policial ni de espías. Tiene a varios personajes en un espacio reducido y narra sus encuentros y desencuentros. La novela está escrita para ser paladeada, para releer párrafos y empatizar con los pensamientos de éste, los actos de aquél. Me parece destacable el momento en que la hija de la viuda del alto cargo republicano, Camila, tiene su primera menstruación. A la sorpresa inicial sigue un diálogo con su madre, ceremoniosa en su conducta, y luego otro más inesperado, telúrico, con la cantinera Felisa, que le advierte a la niña que no debe tocar las plantas ni hacer mayonesa, porque mataría a las primeras y se cortaría la segunda, creencias no desterradas por completo en la actualidad, al menos en lo concerniente a la mayonesa, según mi propia observación de las cosas. Y Felisa le acerca una maceta con una albahaca para que la niña la toque y así demostrar que lo que dice es cierto. "Camila retrocedió un paso y se llevó las manos a la espalda. Le horrorizaba la idea de matar la albahaca. Retraída, casi llorosa, se arrepintió de haber deseado tanto el cambio que se estaba produciendo en ella. Como si un fondo ponzoñoso fuera tomando posesión de sus ideas, comenzó a pensar que convertirse en adulta era adquirir la capacidad de ensuciar las cosas y de causar el mal." Párrafo que sirve como ejemplo de que la novela es realista, sí, y también (no hay pero que valga) es creativamente realista. Opino que cuando un escritor acierta y ofrece realismo creativo toca las cimas más altas de la creación literaria, y en muchas páginas de esta novela puedo afirmar que Zarraluki se acerca a esa meta.