01 junio 2010
Hasta siempre
Nos vemos aquí.
31 mayo 2010
Patrick Mcgrath: Trauma
 Sobresaliente novela de un autor que crea mundos que inquietan y que sabe entrar en los miedos y las pasiones del cerebro humano como pocos, "Trauma" es una novela que está brillantemente escrita y que cuenta por sustracción, de una manera a ratos lírica y siempre atenta al ritmo y a la cadencia que también hallamos en "Luna de lobos", de Julio Llamazares, con cortos períodos y una vertebración encadenada de las secuencias que responde perfectamente a la demanda de un estilo acorde con los tiempos fragmentarios y sin certezas absolutas que vivimos. Un psiquiatra, su hermano -con el que se lleva mal-, su ex esposa, una amante, una hija a la que ve menos de lo que quisiera, un paciente que se suicidó quizá por la falta de tacto y de profundización en su trauma . Mcgrath está cerca de firmar una obra absolutamente mayor pero quizá al final nos lleva a un callejón sin salida y riza el rizo centrándolo todo en los traumas y deja a un lado la esencia de la novela, que está en la mostración cuidada y sabia de los sentimientos de los personajes, tan sabia y delicada que yo pocas veces he visto tanta verdad y tanta humanidad expuestas en una novela, en un libro de ficción.
Sobresaliente novela de un autor que crea mundos que inquietan y que sabe entrar en los miedos y las pasiones del cerebro humano como pocos, "Trauma" es una novela que está brillantemente escrita y que cuenta por sustracción, de una manera a ratos lírica y siempre atenta al ritmo y a la cadencia que también hallamos en "Luna de lobos", de Julio Llamazares, con cortos períodos y una vertebración encadenada de las secuencias que responde perfectamente a la demanda de un estilo acorde con los tiempos fragmentarios y sin certezas absolutas que vivimos. Un psiquiatra, su hermano -con el que se lleva mal-, su ex esposa, una amante, una hija a la que ve menos de lo que quisiera, un paciente que se suicidó quizá por la falta de tacto y de profundización en su trauma . Mcgrath está cerca de firmar una obra absolutamente mayor pero quizá al final nos lleva a un callejón sin salida y riza el rizo centrándolo todo en los traumas y deja a un lado la esencia de la novela, que está en la mostración cuidada y sabia de los sentimientos de los personajes, tan sabia y delicada que yo pocas veces he visto tanta verdad y tanta humanidad expuestas en una novela, en un libro de ficción.24 mayo 2010
Carolina Molina: Última noche en Granada (reseña en La Biblioteca Imaginaria)
Francisco Ortiz ((Ugíjar, Granada, 1967), es un escritor silencioso al que no le importa esperar para conseguir su objetivo. No busca la fama, ni los premios. Y todo ello lo demuestra con la frase de Dostoievski “Y no venderá su alma ni trocará su libertad moral por la comodidad.”
Este escritor granadino, querido en su tierra, es capaz de leerse al maestro ruso a dos manos. Y mientras esto sucede no olvida su otra pasión, la fotografía, que le sirve a veces para concretar imágenes para sus historias que sabe narrar con un estilo particular, certero, pulcro y esforzado.
“Ultima noche en Granada” es la historia de Luis Castillo un ex policía que un mal día tuvo que enfrentarse al dilema de matar o no matar. El disparo de su pistola acabó con la vida de un delincuente pero también la de aquel policía sin vocación, hijo de un antiguo falangista enriquecido. Se refugió en la monótona existencia de un vigilante nocturno y allí, resguardado por la noche esperó a que sus propios fantasmas lo encontraran. Y lo encontraron.
Francisco Ortiz usa distintos registros, lo cual no es fácil al contar una historia. Se le nota ávido de utilizar estilos que esfuercen al lector a una reflexión. ¿Puedes haber matado a un hombre y no saber por qué lo has hecho?, nos pregunta. ¿Puedes seguir pensando después que no eres una mala persona?
Ortiz se ayuda por largas escenas de diálogos, todas ellas tan reales, que parecen tomadas de nuestra propia vida. Perfila con delicadeza a sus personajes y los matiza con sus gestos cotidianos.
Granada surge de cada escena, atravesada por sus personajes pero no nos parece que sea ésta la última noche en Granada para Francisco Ortiz, al que le auguramos un futuro interesante en la actividad literaria de todas las noches y los días de esta, su ciudad.
Los blogs de Francisco Ortiz:
http://novelanegraycinenegro.blogspot.com/
http://francisco-ortiz.blogspot.com/
Carolina Molina
15 mayo 2010
Entrevista (Carolina Molina)

"Creo en el relato, pero no lo enfrento a la novela"
 Francisco  Ortiz        
Entrevista de Carolina Molina.
Francisco Ortiz (Ugíjar, Granada, 1967) es un escritor que con paso firme está construyéndose su propio camino en el mundo de la literatura. Sus relatos han aparecido en distintas antologías y edita su propio blog dedicado a la Novela negra y el Cine negro. Pero ahora, da un paso más allá y publica su primera novela, Última noche en Granada (Mira editores) con la que demuestra que es capaz de hacer mucho más y que está dispuesto a demostrárnoslo.
EHH-¿Quién es Luis Castillo, el protagonista?
EHH-¿Qué tienes ahora mismo entre manos?
08 mayo 2010
Entrevista en El heraldo del Henares
Aquí tenéis la entrevista.
30 abril 2010
William Faulkner: Santuario (2). Muerto sin apellido.
 Es absolutamente magistral cómo narra Faulkner las horas que pasa Temple, la chica delgada, atractiva y débil a la que ha llevado a la casa en el campo el bebedor Gowan Stevens, horas de acecho de los hombres que quieren algo que todos imaginamos. Consigue pasar indemne una noche, y pasa miedo mirando a una rata que también la acecha, que chilla ante ella también acosándola. No la daña la rata, pero lo inevitable siempre llega, y Popeye, uno de esos hombres, le dispara al único que se ha dignado a protegerla y lo mata con una pequeña pistola que siempre lleva en el bolsillo de su chaqueta. El estilo único, lleno de aciertos y de concreción pese a lo que pueda parecer en la superficie de Faulkner brilla con toda su fuerza en el siguiente párrafo:
Es absolutamente magistral cómo narra Faulkner las horas que pasa Temple, la chica delgada, atractiva y débil a la que ha llevado a la casa en el campo el bebedor Gowan Stevens, horas de acecho de los hombres que quieren algo que todos imaginamos. Consigue pasar indemne una noche, y pasa miedo mirando a una rata que también la acecha, que chilla ante ella también acosándola. No la daña la rata, pero lo inevitable siempre llega, y Popeye, uno de esos hombres, le dispara al único que se ha dignado a protegerla y lo mata con una pequeña pistola que siempre lleva en el bolsillo de su chaqueta. El estilo único, lleno de aciertos y de concreción pese a lo que pueda parecer en la superficie de Faulkner brilla con toda su fuerza en el siguiente párrafo:Un corrillo permaneció todo el día a la puerta de la sala del empresario de pompas fúnebres; muchachos y jóvenes con libros de texto o sin ellos se inclinaban con narices achatadas contra el cristal; los más audaces y los jóvenes de la ciudad entraban por parejas o en grupos de a tres a ver al hombre llamado Tommy. Éste yacía sobre una mesa de madera, descalzo, los cabellos blanqueados por el sol, apelmazados de sangre reseca en la parte posterior de su cabeza y cubiertos de polvo, mientras que el forense se sentaba junto a él tratando de averiguar su apellido. Pero nadie lo sabía, ni aun los que le habían conocido durante quince años por el campo, ni los comerciantes que le habían visto con frecuencia los sábados en la ciudad, descalzo, sin sombrero, con su mirada extática y vacía y su mejilla hundida inocentemente por el esfuerzo que ponía en pronunciar un término difícil."
No sobra nada, no hay nada excesivo, es prosa de la máxima calidad, escrita con la máxima sensibilidad, con la descripción justa y necesaria. La de un escritor que visualiza y transcribe como si fuera absolutamente real todo lo que luego podemos leer en sus libros.
22 abril 2010
William Faulkner: Santuario (1). Epifanía.
 La fuerza de la prosa de Faulkner es algo que no voy yo a descubrir a estas alturas: hay narración pero también, en ciertas frases y en muchos pasajes, una acentuación que rebasa lo puramente narrativo y es como si las páginas del gran autor estadounidense se llenaran de epifanías. Vemos cosas que están y no están en las palabras elegidas, en las imágenes propuestas, y que necesitan para ser completas la experiencia del lector -lógicamente- e igualmente una disposición especial, una apertura de mente que en ocasiones aleja a algunos de unas obras singulares, irrepetibles. Faulkner no es que exija esfuerzo, sino que pide concentración, abandono, deseo de asombro y descubrimiento. "Santuario" es un libro en el que lo esperable no sucede, lo sabido no destella, lo inevitable se escapa entre las manos y entre los ojos. Pocas veces encontrarnos unas escenas tan intensas, profundas, llenas de honda literatura-sea esto lo que sea: epifanías-. Hay una escena al principio, cuando un hombre, Gowan Stevens, que busca emborracharse por tercera vez en el mismo día, lleva a una casa perdida en el campo a su amiga Temple y y la deja sola mientras trata de conseguir el licor: estupefacta, atemorizada y dolorida tras un accidente con el coche que conducía Stevens, ella está en la casa extraña y la embargan sensaciones que Faulkner describe con imágenes inesperadas, epifánicas: "En el pasillo se había hecho todavía más oscuro. Ella se quedó sobre la punta de los pies, escuchando, pensando: tengo hambre, no he comido nada en todo el día. Pensando en la escuela, las ventanas encendidas, las lentas parejas marchando hacia el sonido del timbre de la cena; y en su padre, sentado en el portal de la casa, con los pies en la barandilla, mirando al negro que se halla cortando el césped."  Allí está ella, llena de temor, pero a su cabeza lo que viene es la imagen reposada de su padre, y sabemos que es algo deliberado, que Faulkner da una pista, muestra indicios, narra sabiendo muy bien lo que se hace. El lector apresurado, el lector perezoso no ve nada más, se salta estos pasajes y corre detrás de la acción, de lo que lo va a emocionar con imágenes claras, contundentes, fáciles de ver. Quizás haya que esperar a la relectura, o aflojar el ritmo: entonces la novela es como un pastel de mil sabores, sorprendentes todos, bien engarzados y disueltos, un goce para los sentidos.
La fuerza de la prosa de Faulkner es algo que no voy yo a descubrir a estas alturas: hay narración pero también, en ciertas frases y en muchos pasajes, una acentuación que rebasa lo puramente narrativo y es como si las páginas del gran autor estadounidense se llenaran de epifanías. Vemos cosas que están y no están en las palabras elegidas, en las imágenes propuestas, y que necesitan para ser completas la experiencia del lector -lógicamente- e igualmente una disposición especial, una apertura de mente que en ocasiones aleja a algunos de unas obras singulares, irrepetibles. Faulkner no es que exija esfuerzo, sino que pide concentración, abandono, deseo de asombro y descubrimiento. "Santuario" es un libro en el que lo esperable no sucede, lo sabido no destella, lo inevitable se escapa entre las manos y entre los ojos. Pocas veces encontrarnos unas escenas tan intensas, profundas, llenas de honda literatura-sea esto lo que sea: epifanías-. Hay una escena al principio, cuando un hombre, Gowan Stevens, que busca emborracharse por tercera vez en el mismo día, lleva a una casa perdida en el campo a su amiga Temple y y la deja sola mientras trata de conseguir el licor: estupefacta, atemorizada y dolorida tras un accidente con el coche que conducía Stevens, ella está en la casa extraña y la embargan sensaciones que Faulkner describe con imágenes inesperadas, epifánicas: "En el pasillo se había hecho todavía más oscuro. Ella se quedó sobre la punta de los pies, escuchando, pensando: tengo hambre, no he comido nada en todo el día. Pensando en la escuela, las ventanas encendidas, las lentas parejas marchando hacia el sonido del timbre de la cena; y en su padre, sentado en el portal de la casa, con los pies en la barandilla, mirando al negro que se halla cortando el césped."  Allí está ella, llena de temor, pero a su cabeza lo que viene es la imagen reposada de su padre, y sabemos que es algo deliberado, que Faulkner da una pista, muestra indicios, narra sabiendo muy bien lo que se hace. El lector apresurado, el lector perezoso no ve nada más, se salta estos pasajes y corre detrás de la acción, de lo que lo va a emocionar con imágenes claras, contundentes, fáciles de ver. Quizás haya que esperar a la relectura, o aflojar el ritmo: entonces la novela es como un pastel de mil sabores, sorprendentes todos, bien engarzados y disueltos, un goce para los sentidos.  15 abril 2010
Mensajes de lectores y amigos de este blog (1): Francisco Machuca y los coches
 Francisco Machuca dejó este comentario en el blog. Es una meditación sobre el uso del automóvil en nuestra sociedad actual. Con él quiero traer aquí algunos comentarios vuestros, de lectores y amigos, que merecen estar a este lado, pues en muchos casos superan la valía del texto que los animó a nacer, como brotes mejores de una planta que se eleva y posee vida propia.
Francisco Machuca dejó este comentario en el blog. Es una meditación sobre el uso del automóvil en nuestra sociedad actual. Con él quiero traer aquí algunos comentarios vuestros, de lectores y amigos, que merecen estar a este lado, pues en muchos casos superan la valía del texto que los animó a nacer, como brotes mejores de una planta que se eleva y posee vida propia.Foto: Willy Ronis
06 abril 2010
Así soy yo
 Quiero tan sólo decir cuatro cosas en las que creo y hacerlas llegar a  un puñado de lectores a los que quizá les lleve a  meditar un poco y  afrontar las perplejidades de la vida no con un par de respuestas más  pero sí con un par de preguntas más afiladas y mejores en la mochila.  Para mí esto de escribir es ser un poco más consciente, estar un poco  más despierto, y apelo a gente que va por libre, que no se debe a nadie  -o a casi nadie-, que no lo ha dado todo por perdido ni se ha integrado  en esta sociedad cainita y un tanto homicida sin posibilidad ya de dar  marcha atrás. Poquitos, poquitos, como veis, son los destinatarios de lo  que escribo. Así que no me importan los premios, los parabienes, y  recuerdo siempre a Sartre rechazando el Nobel y es para mí un ejemplo a  seguir.
Quiero tan sólo decir cuatro cosas en las que creo y hacerlas llegar a  un puñado de lectores a los que quizá les lleve a  meditar un poco y  afrontar las perplejidades de la vida no con un par de respuestas más  pero sí con un par de preguntas más afiladas y mejores en la mochila.  Para mí esto de escribir es ser un poco más consciente, estar un poco  más despierto, y apelo a gente que va por libre, que no se debe a nadie  -o a casi nadie-, que no lo ha dado todo por perdido ni se ha integrado  en esta sociedad cainita y un tanto homicida sin posibilidad ya de dar  marcha atrás. Poquitos, poquitos, como veis, son los destinatarios de lo  que escribo. Así que no me importan los premios, los parabienes, y  recuerdo siempre a Sartre rechazando el Nobel y es para mí un ejemplo a  seguir.Foto: Eugene Smith
30 marzo 2010
Rafael Chirbes
 Presenta su último libro -"Por cuenta propia"-en el programa "El público lee", de Jesús Vigorra, en Canal 2 Andalucía, y mientras escucho lo que dice, medito que nada me resulta nuevo, impactante, y sin embargo todo resulta rabiosamente cierto, certeramente agudo: es un autor noblemente confiado en defender que la primera función del que escribe ha de ser mostrar lo que de verdad cree y piensa, al margen de cómo reciban los demás sus libros, de que le lean 400, 4.000, 40.000 ó 4 millones. Defiende que lo más sensato es ser fiel a uno mismo, apuesta por no venderse, insiste en que al poder hay que oponerse siempre. Que es mejor buscar los ingresos fuera de la literatura  y así no prostituir nuestras letras. Ya digo: nada nuevo, nada que impacte, y sin embargo se pasa la hora de emisión y vuelvo a mi escritorio y me digo: Qué suerte que todavía queden escritores como Chirbes.
Presenta su último libro -"Por cuenta propia"-en el programa "El público lee", de Jesús Vigorra, en Canal 2 Andalucía, y mientras escucho lo que dice, medito que nada me resulta nuevo, impactante, y sin embargo todo resulta rabiosamente cierto, certeramente agudo: es un autor noblemente confiado en defender que la primera función del que escribe ha de ser mostrar lo que de verdad cree y piensa, al margen de cómo reciban los demás sus libros, de que le lean 400, 4.000, 40.000 ó 4 millones. Defiende que lo más sensato es ser fiel a uno mismo, apuesta por no venderse, insiste en que al poder hay que oponerse siempre. Que es mejor buscar los ingresos fuera de la literatura  y así no prostituir nuestras letras. Ya digo: nada nuevo, nada que impacte, y sin embargo se pasa la hora de emisión y vuelvo a mi escritorio y me digo: Qué suerte que todavía queden escritores como Chirbes.23 marzo 2010
16 marzo 2010
15 marzo 2010
El ejército de las sombras, de Jean-Pierre Melville
 Hace algún tiempo, Martin Scorsese hablaba de que una de las influencias fundamentales para el rodaje de su triunfadora película "Infiltrados" era la de Melville, director francés al que muchos consideran un clásico indispensable e insustituible. Si veis esta película, ambientada en la segunda guerra mundial, que cuenta los avatares de un grupo de franceses adscritos a la Resistencia, tendréis la oportunidad de comprobar por qué Scorsese considera un maestro a Melville y rechaza que se le ponga a su altura (detalle de modestia verdaderamente digno de todo encomio, viniendo de quien viene ): la sutileza del francés es verdaderamente destacable, su uso de los silencios y de los espacios es impresionante, la intensidad de las escenas más importantes es sobresaliente. Aquí está la historia que muchos han querido contar y han contado a su modo - movimientos clandestinos, ajusticiamientos, nazis, heroísmo -, difícilmente a esta altura, porque esta película está hecha para durar, para vencer sin esfuerzo al paso del tiempo, tan llena de verdad, desde la dirección a los actores pasando por los decorados, que a ratos creemos estar viendo una obra de teatro: es tal la inmediatez, la verosimilitud, el compromiso. Muchas veces me planteo cómo se puede abordar desde nuestro presente el pasado, cómo narrar sin falsearlo, sin hacer pastiches, sin incurrir en la manera posmoderna de saltar hacia atrás sin red - y que cuesta caídas como la de Juan Manuel de Prada y su última novela - y no darse el batacazo. Esta película es un ejemplo a seguir, una referencia inevitable, un raro momento de adultez en la -aún- niñez de ese séptimo arte que tan necesitado está ahora de guionistas y directores valientes, singulares, que amen a las personas y sepan criticarlas sin dejar de amarlas, que respeten al espectador y le ofrezcan algo digno de ser visto con los ojos de la cara, los ojos del cerebro y los ojos del alma.
Hace algún tiempo, Martin Scorsese hablaba de que una de las influencias fundamentales para el rodaje de su triunfadora película "Infiltrados" era la de Melville, director francés al que muchos consideran un clásico indispensable e insustituible. Si veis esta película, ambientada en la segunda guerra mundial, que cuenta los avatares de un grupo de franceses adscritos a la Resistencia, tendréis la oportunidad de comprobar por qué Scorsese considera un maestro a Melville y rechaza que se le ponga a su altura (detalle de modestia verdaderamente digno de todo encomio, viniendo de quien viene ): la sutileza del francés es verdaderamente destacable, su uso de los silencios y de los espacios es impresionante, la intensidad de las escenas más importantes es sobresaliente. Aquí está la historia que muchos han querido contar y han contado a su modo - movimientos clandestinos, ajusticiamientos, nazis, heroísmo -, difícilmente a esta altura, porque esta película está hecha para durar, para vencer sin esfuerzo al paso del tiempo, tan llena de verdad, desde la dirección a los actores pasando por los decorados, que a ratos creemos estar viendo una obra de teatro: es tal la inmediatez, la verosimilitud, el compromiso. Muchas veces me planteo cómo se puede abordar desde nuestro presente el pasado, cómo narrar sin falsearlo, sin hacer pastiches, sin incurrir en la manera posmoderna de saltar hacia atrás sin red - y que cuesta caídas como la de Juan Manuel de Prada y su última novela - y no darse el batacazo. Esta película es un ejemplo a seguir, una referencia inevitable, un raro momento de adultez en la -aún- niñez de ese séptimo arte que tan necesitado está ahora de guionistas y directores valientes, singulares, que amen a las personas y sepan criticarlas sin dejar de amarlas, que respeten al espectador y le ofrezcan algo digno de ser visto con los ojos de la cara, los ojos del cerebro y los ojos del alma.08 marzo 2010
Anne Tyler: Ejercicios respiratorios (2). La vida misma
 El segundo capítulo no se queda atrás: llegan a la ciudad en que va a tener lugar el entierro. Y la amiga de la protagonista le cuenta cómo su marido enfermó, cómo murió. Aquí creo que el talento de Anne Tyler es incluso superior: pocas veces se tiene la oportunidad de asistir a una conversación encerrada en un libro tan creíble, tan viva, tan real. Cómo la amiga le revela lo que de verdad sintió cuando su marido le pidió que estuviera con él en el hospital durante sus últimos días, cómo detestó al hombre que estaba muriéndose, cómo él le contó que vivió una experiencia particular y acaso aterradora saliendo de sí mismo y de su vida y de todo lo conocido, es realmente obra de una mano y una mente prodigiosas, que además cierra la pequeña historia con un detalle que sobrecoge por su realismo y por ser tan común pero estar tan bien narrado, de una forma tan sencilla y tan efectiva: ella se da cuenta de que su marido ya no está cuando recibe la visita de su hija en casa y sus nietos empiezan a molestar y recuerda que en situaciones parecidas buscaba y encontraba la mirada cómplice y comprensiva de su difunto marido. Anne Tyler narra con materiales de la vida real, que para otros carecen de importancia quizá, pues no es nada fácil hacer literatura, contar lo profundo a partir de lo evidente y en apariencia pequeño. Pocos son los que consiguen que su literatura y la vida sean la misma cosa. Entre esos pocos artistas está Anne Tyler.
El segundo capítulo no se queda atrás: llegan a la ciudad en que va a tener lugar el entierro. Y la amiga de la protagonista le cuenta cómo su marido enfermó, cómo murió. Aquí creo que el talento de Anne Tyler es incluso superior: pocas veces se tiene la oportunidad de asistir a una conversación encerrada en un libro tan creíble, tan viva, tan real. Cómo la amiga le revela lo que de verdad sintió cuando su marido le pidió que estuviera con él en el hospital durante sus últimos días, cómo detestó al hombre que estaba muriéndose, cómo él le contó que vivió una experiencia particular y acaso aterradora saliendo de sí mismo y de su vida y de todo lo conocido, es realmente obra de una mano y una mente prodigiosas, que además cierra la pequeña historia con un detalle que sobrecoge por su realismo y por ser tan común pero estar tan bien narrado, de una forma tan sencilla y tan efectiva: ella se da cuenta de que su marido ya no está cuando recibe la visita de su hija en casa y sus nietos empiezan a molestar y recuerda que en situaciones parecidas buscaba y encontraba la mirada cómplice y comprensiva de su difunto marido. Anne Tyler narra con materiales de la vida real, que para otros carecen de importancia quizá, pues no es nada fácil hacer literatura, contar lo profundo a partir de lo evidente y en apariencia pequeño. Pocos son los que consiguen que su literatura y la vida sean la misma cosa. Entre esos pocos artistas está Anne Tyler.Foto de Anne Tyler: Diana Walker
01 marzo 2010
Joe Dassin: A ti
24 febrero 2010
Anne Tyler: Ejercicios respiratorios (1). El ritmo de la vida, de la propia vida
 Es muy difícil hallarle sentido a la vida. Y es muy difícil hallar el ritmo de la vida. Y enormemente difícil hallar la manera de contarlo después de encontrarle sentido a la vida, de palpitar al unísono con el ritmo de la vida. Y sin embargo esa es la sensación que uno tiene cuando lee algunas -pocas- grandes novelas que hablan de la vida, de su ritmo con materiales que nos recuerdan a la vida y su ritmo. Anne Tyler logra esta proeza en las mejores páginas de "Ejercicios respiratorios", libro en el que viajamos junto a una pareja que va asistir al entierro del marido de la mejor amiga de ella. Ya el primer capítulo me parece que es sobresaliente, con esa mujer algo atolondrada que trabaja en una residencia de ancianos y está casada con un hombre que la trata con una sutil displicencia, como todos lo que la conocen. Enfadada, se baja del coche y en menos de media hora planea una nueva vida en otro lugar, con otras gentes, alejada de su marido y de los suyos, de una manera que le resulta plausible y creíble, no una locura, no un calentamiento de la (sin)razón, no una afrenta a la realidad, a su realidad. Anne Tyler narra de una manera perfecta: hay una cercanía que no empalaga, un humor que no caricaturiza, un ritmo que no empuja ni adormece, justo: el ritmo de la vida.
Es muy difícil hallarle sentido a la vida. Y es muy difícil hallar el ritmo de la vida. Y enormemente difícil hallar la manera de contarlo después de encontrarle sentido a la vida, de palpitar al unísono con el ritmo de la vida. Y sin embargo esa es la sensación que uno tiene cuando lee algunas -pocas- grandes novelas que hablan de la vida, de su ritmo con materiales que nos recuerdan a la vida y su ritmo. Anne Tyler logra esta proeza en las mejores páginas de "Ejercicios respiratorios", libro en el que viajamos junto a una pareja que va asistir al entierro del marido de la mejor amiga de ella. Ya el primer capítulo me parece que es sobresaliente, con esa mujer algo atolondrada que trabaja en una residencia de ancianos y está casada con un hombre que la trata con una sutil displicencia, como todos lo que la conocen. Enfadada, se baja del coche y en menos de media hora planea una nueva vida en otro lugar, con otras gentes, alejada de su marido y de los suyos, de una manera que le resulta plausible y creíble, no una locura, no un calentamiento de la (sin)razón, no una afrenta a la realidad, a su realidad. Anne Tyler narra de una manera perfecta: hay una cercanía que no empalaga, un humor que no caricaturiza, un ritmo que no empuja ni adormece, justo: el ritmo de la vida.17 febrero 2010
La crisis
-Una excusa detrás de otra.
Foto: Eugene Smith
13 febrero 2010
El fútbol da esto
 Me dice mi amigo Luis Castillo que con esto del invento del villarato y de las ayudas arbitrales a un solo club, en este caso el Barcelona, la prensa deportiva -y no deportiva- de Madrid se está pasando y haciéndole un flaco favor al aficionado madridista. Le pregunto por qué. Dice Luis que, primero, le parece una tontería que un equipo grande incurra en el victimismo -Ay, los ricos también lloran, y no nos dan nunca pena, apostilla-, más si en el pasado de ese club ha habido tanto y bueno recibido por parte del estamento arbitral. Lo segundo que le fastidia es que utilice un periódico que pertenece a un grupo de izquierdas una táctica que últimamente ha utilizado tan machaconamente, en el ámbito político, un periódico de derechas para insistir hasta la saciedad en teorías conspirativas con que arañarle votos y credibilidad al gobierno socialista. Es poco inteligente utilizar las artimañas que el contrincante ha usado hasta hace poco. Pero eso es política, Luis, opongo. Y él me dice: Intereses, Paco, ventas, dinero, poder: todo es lo mismo. Y acaba diciendo que le enfada encontrarse con amigos madridistas y no hablar nunca de fútbol, pues sus amigos están cabreados, sofocados, entristecidos. Es jodido, Paco, son aficionados del club con el mejor pasado del mundo y están entristecidos, no hablan de fútbol sino de árbitros, se han convertido en detectives de salón y miran con lupa todas las jugadas del equipo rival y no disfrutan con el juego de su propio equipo. Flaco favor les hace esa prensa que no presiona para que el Madrid juegue mejor, dé más espectáculo, sea su propia referencia, camine siempre alegre y en busca del triunfo. Los han convertido en seres tristes, arriscados, y los que se dejan influenciar mucho se pelean en seguida si les dices que actualmente juega mejor el Barça, que tiene a varios jugadores que son unos artistas, porque de inmediato se les pone la cara triste y con voz belicosa arguyen que en tal partido el árbitro se equivocó en un fuera de juego, en tal otro no ha valorado como expulsión una jugada peligrosa. Y así siguen un buen rato. No hablan de qué bonita jugada realizó su delantero o su centrocampista, qué buena parada su portero: nada. Esto es como en la política, Paco, valemos lo que valemos porque le quitamos valor al contrario, no porque en verdad sirvamos nosotros mismos para lo que sea. Es muy triste. Y así, se habla más aún del Barça que del Madrid entre los propios aficionados madridistas, se mide el sentido de las cosas por la suma de errores y no por la belleza de los actos ni el orgullo de lo bien hecho. Es muy triste. Es el panorama actual en nuestro país, así lo veo yo, Paco: no vale la verdad, priman los intereses y prima el deseo de ser el más listo, el que más vende, el que tiene siempre la razón. Y los que estamos un pasito atrás y vemos con un poco de distancia sentimos pena al observar las actitudes ruines y nada constructivas y pensamos que esto es el fútbol, esto es la política, y así nos luce el pelo.
Me dice mi amigo Luis Castillo que con esto del invento del villarato y de las ayudas arbitrales a un solo club, en este caso el Barcelona, la prensa deportiva -y no deportiva- de Madrid se está pasando y haciéndole un flaco favor al aficionado madridista. Le pregunto por qué. Dice Luis que, primero, le parece una tontería que un equipo grande incurra en el victimismo -Ay, los ricos también lloran, y no nos dan nunca pena, apostilla-, más si en el pasado de ese club ha habido tanto y bueno recibido por parte del estamento arbitral. Lo segundo que le fastidia es que utilice un periódico que pertenece a un grupo de izquierdas una táctica que últimamente ha utilizado tan machaconamente, en el ámbito político, un periódico de derechas para insistir hasta la saciedad en teorías conspirativas con que arañarle votos y credibilidad al gobierno socialista. Es poco inteligente utilizar las artimañas que el contrincante ha usado hasta hace poco. Pero eso es política, Luis, opongo. Y él me dice: Intereses, Paco, ventas, dinero, poder: todo es lo mismo. Y acaba diciendo que le enfada encontrarse con amigos madridistas y no hablar nunca de fútbol, pues sus amigos están cabreados, sofocados, entristecidos. Es jodido, Paco, son aficionados del club con el mejor pasado del mundo y están entristecidos, no hablan de fútbol sino de árbitros, se han convertido en detectives de salón y miran con lupa todas las jugadas del equipo rival y no disfrutan con el juego de su propio equipo. Flaco favor les hace esa prensa que no presiona para que el Madrid juegue mejor, dé más espectáculo, sea su propia referencia, camine siempre alegre y en busca del triunfo. Los han convertido en seres tristes, arriscados, y los que se dejan influenciar mucho se pelean en seguida si les dices que actualmente juega mejor el Barça, que tiene a varios jugadores que son unos artistas, porque de inmediato se les pone la cara triste y con voz belicosa arguyen que en tal partido el árbitro se equivocó en un fuera de juego, en tal otro no ha valorado como expulsión una jugada peligrosa. Y así siguen un buen rato. No hablan de qué bonita jugada realizó su delantero o su centrocampista, qué buena parada su portero: nada. Esto es como en la política, Paco, valemos lo que valemos porque le quitamos valor al contrario, no porque en verdad sirvamos nosotros mismos para lo que sea. Es muy triste. Y así, se habla más aún del Barça que del Madrid entre los propios aficionados madridistas, se mide el sentido de las cosas por la suma de errores y no por la belleza de los actos ni el orgullo de lo bien hecho. Es muy triste. Es el panorama actual en nuestro país, así lo veo yo, Paco: no vale la verdad, priman los intereses y prima el deseo de ser el más listo, el que más vende, el que tiene siempre la razón. Y los que estamos un pasito atrás y vemos con un poco de distancia sentimos pena al observar las actitudes ruines y nada constructivas y pensamos que esto es el fútbol, esto es la política, y así nos luce el pelo.Foto: Ramón Masats
11 febrero 2010
Josefina R. Aldecoa: Fiebre

29 enero 2010
Autocensura

Foto: Carlos Pérez Siquier
19 enero 2010
Presentación en Almería de "Última noche en Granada"
Será el próximo jueves, 21 de enero, a las 19.30 horas.
12 enero 2010
Presentación de "Última noche en Granada"
Llega la hora de presentar el libro. Acompañado de José Abad, autor de una gran novela -"El abrazo de las sombras", de la que pronto os hablaré-, de Joaquín Casanova, el editor, de José Ortiz, orientador del EOE, y de Inma Lucena, que oficiará de presentadora, estaré ante los lectores -y con ellos- en la sala Cuadra Dorada del Museo Casa de los Tiros de Granada el jueves 14, a las 19 horas. Os esperamos.
 
 



