30 mayo 2008

Pasos, de Federico Luppi


Olvidamos muy deprisa, olvidamos como si las cosas no hubieran sucedido, olvidamos como si nos quitáramos no la ropa vieja sino a esos otros que fuimos nosotros mismos y que no nos sirven ya de nada. De un cercano ayer habla "Pasos", necesaria película que, pese a sus limitaciones y carencias, es de las que uno recomienda, porque tienen mucha vida dentro. La historia de unos hombres y unas mujeres que acaban de dejar atrás el tejerazo, el intento de golpe de estado de 1981, es interesante, un vaso de agua fresca entre tanta arma ardiente y hollywoodiense que nos mata de calor y de aburrimiento la mayor parte de las veces. Es el pasado de este país lo que sale aquí a pasear, lo que se ventila como una casa vieja a la que se le abre una ventana. Somos demasiado listos, demasiado sabios -eso creemos-para aprender de los hechos recientes, que nos apresuramos a enterrar, como si fuéramos creadores de modas o destructores de las mismas, algo que vemos a menudo en la música pop. Pero la música y las palabras se las lleva el viento y a veces vuelven, nos tocan la fibra, nos recuerdan que no envejecemos partiendo de la nada y que somos, ante todo, pasado. No es ésta una gran película, la perjudican el esquematismo y el deseo de golpearnos con un hecho trágico y globalizador, pero seguro que cuando la veáis recordaréis momentos de vuestro ayer y pensaréis un poquito. No creo que Luppi se sienta mal sabiendo que consigue de cada espectador dos minutos de silencio meditativo.

21 mayo 2008

Kjell Askildsen (y Julián Rodríguez): Todo como antes


Qué gran prólogo de Julián Rodríguez para este libro recién aparecido en el que se recogen tres obras de Askildsen, del que ya antes hablé en este blog en alguna ocasión. Elige 12 palabras Julián Rodríguez y crea un breve "Diccionario Askildsen" que es una perfecta puerta de entrada al mundo de este escritor noruego al que hay que celebrar leyendo. Lo define Rodríguez como "existencialista en la era del fast food", definición precisa y evocadora y que alabo, sin más. Menciona también Rodríguez a Moravia, a Camus, a Pavese, y no lo hace para demostrar su gran cultura, sino para homenajear y situar la obra de Askildsen, al que precipitadamente se mete en el mismo saco que a Carver - imperialismos culturales mediante, cómo no, y conformismo de las ideas en los que encasillan y salen corriendo-. Un libro que son tres libros y un prólogo memorable. Y en bolsillo, a un precio de bolsillo. Qué alegría poder recomendar libros como éste, que aún se editen libros tan recomendables y tan útiles.

(Por cierto, muy bien elegida la foto de la portada, del maestro Bruce Davidson, uno de los mejores fotógrafos del siglo XX).

17 mayo 2008

Ellen Hunnicutt: La biblioteca musical


Nunca acabo de explicarme por qué hay libros valiosos que desaparecen y son engullidos por el olvido y el desinterés de quienes viven de los libros. Sé que vivimos en una sociedad hipercapitalista, con editoriales dirigidas por ejecutivos que poco o nada saben de literatura y mucho, eso sí, de números. Pero que se les pase reeditar libros como éste, que tienen un gran público potencial, no me lo explico.
Editado por Laia en 1989, "La biblioteca musical" es un libro que reúne un conjunto de relatos que tocan temas que a todos nos interesan - una madre que ha perdido a su hijo, que sólo vivió cuatro días; una mujer violada que intenta rehacer su vida familiar; un hombre con una enfermedad terminal; un obrero que de repente decide escribir- y que se presentan envueltos por una prosa de altura, con grandes aciertos verbales y morales, profundos, que incita a saber más de la gente y de los músicos, de los que ya han triunfado y de los que los forman, profesores que tienen vidas privadas que nos reflejan a todos.
Es un libro que tiene un público potencial grande, que posee la sensibilidad adecuada para captar a un número importante de lectores que pueden ser habituales o que se acerquen al libro porque adoran la música.
"El regateo" es uno de los relatos del libro. Una profesora es interrogada por un alumno insatisfecho mientras realiza ejercicios al piano. Quiere saber si es preciso haber sufrido para ser un gran artista. Quiere que ella le responda, pues ha perdido a un hijo. Y la respuesta vendrá de la mano de Vladimir Ashkenazy, el pianista que está fotografiado en la portada de un disco y dialoga con la profesora durante unos instantes en que realidad y fantasía se unen sin que nada se estropee, con una naturalidad apabullante. Ashkenazy -ese pianista al que los habituales de este blog saben que admiro más que a ninguno otro- le ofrece una nueva mirada, le da un consejo y ella lo sigue. Y se oye al fondo un vals amargo de Chopin.
Sólo en librerías de lance, en librerías virtuales es posible encontrar ya libros como éste. Pero os aseguro que merece la pena buscarlo y conseguirlo. Yo sigo la actualidad casi al minuto, compro novedades, no soy un nostálgico recalcitrante. Pero opino que hay libros que no merecen desaparecer, que exigen del lector un pequeño esfuerzo de búsqueda y paciencia y recompensan con momentos y recuerdos que indeleblemente quedan en la memoria. Éste libro es uno de ellos.

12 mayo 2008

Mis fotos 1 Viva la república




Éste es un blog en el que cabe la meditación fotográfica, e incluso la creación fotográfica. Los que me conocéis ya sabéis que la fotografía es mi segunda pasión artística (algunos amigos me dicen que la primera, en fin, porque acierto más cuando me expreso con la boca cerrada). Así que os presentaré algunas fotos de las que me siento menos insatisfecho. Ésta responde al título de "Viva la república".




09 mayo 2008

La España que te cuento


He aquí un libro interesante, generoso, necesario. Un libro en el que se habla de nuestro país, de alguna gente que vive en él y pasa junto a las grandes noticias, las escucha, las siente, pero no las crea, no las adelgaza ni las envilece ni las engorda con su presencia, a no ser de forma muy lateral, como sombras. La idea parte de la experiencia de José Ovejero en Alemania, donde hay más audiolibros que aquí, y de su visión levemente desencajada, que es tan necesaria para mirar mejor y saber más: así nos observa, entre otros, Juan Goytisolo, entornando los ojos desde la distancia, y así acierta casi siempre en sus análisis y en sus juicios. Ovejero reúne a un grupo de escritores nada desdeñables, desde el ubicuo y celebrado Vila-Matas hasta el maestro José María Merino, pasando por Fernando Aramburu, Antón Castro, Rosa Montero o Cristina Grande. La tarea es hermosa y por eso recomiendo la lectura y la audición de este libro -viene con un disco dentro, un estimable regalo con la voz de los propios autores leyendo sus relatos -, y destaco la importancia de cerrar un momento los ojos, salir de nuestro país y mirarlo desde lejos durante un rato, desde el lugar inmaterial que crea la literatura, para volver y comprender mejor, comprendernos mejor.

07 mayo 2008

Arvo Pärt: Fratres (Un estado de la mente)


Parece que la música cae dentro de ti y luego crece, como una enredadera, y sube hasta tu garganta y hasta tu boca, te deja los ojos vacíos porque miras sin ver y acaso resulte que estás mirando más allá, que estás viendo algo que sólo está dentro de ti o demasiado lejos de tu cuerpo, de tu alcance. Suena "Fratres", de Arvo Pärt. El cello avanza rozando, se enroca en su sonido pero se despereza cuando aparece el piano contundente, que lo anima al diálogo y a llamarnos, a concitarnos en un lugar que nos aleja de todo durante casi doce minutos. Uno está transido, puede ver a los que se fueron de este mundo -ahí, tan cerca, tan reales, tan al alcance de la mano, aunque ¿cuál es tu mano, qué es una mano?-, puede imaginarse otro y deambular por espacios que no le pertenecen a nadie, que no tienen precio ni están expuestos a que nadie los valore y luego engañe vendiéndolos. Cada vez que el piano percute, la llamada se hace más honda, el sosiego más duradero, y acudimos prestos otra vez. Rápido, rápido el cello, que dialoga pero quiere mostrar otras opiniones, otras ideas. No se contenta el piano: es una campana, un gong que revoca los plazos y acorta los márgenes. Una llamada a la confesión, a mirarnos en el rostro de Dios. Probablemente, cuando la música acabe nos sentiremos de nuevo los mismos pero a la vez otros muy diferentes. Nos sentiremos solos pero hermanos.