15 julio 2008

El fascismo futurista

Ahora que las empresas despiden a muchos trabajadores amparándose en los malos tiempos, en esa crisis mundial que nos echa el aliento en el cogote como un perro rabioso, mi amigo Luis Castillo me dice que ya está muy claro que han triunfado de nuevo los fascismos, los de nuevo cuño pero tan largamente conocidos a la vez, los que tienen mimbres del pasado pero son fascismos de ahora mismo, fascismos futuristas, como decía un personaje fascista creado por Fernando Savater en su novela "Caronte aguarda", que es una de las preferidas de mi amigo. Luis dice que en una sociedad en la que los bancos proclaman que han ganado más dinero este año que el pasado -uno español lo hizo público anteayer- y no se sienten culpables ni piden perdón por quedarse con lo que no es suyo -un banco no produce nada, dice Luis- sino que encima lo publicitan y se ufanan de ello; en una sociedad que aún pierde el tiempo revisando el pasado falsamente comunista de la antigua URSS -¿por qué se empeñan en llamarlo comunismo cuando no había de común más que el miedo y el secreto?-, que tiene a escritores empeñados en defender la libertad por encima de todo y comulgan luego con los excesos de un capitalismo homicida; en una sociedad jerárquica, donde triunfa el enchufismo, el miedo al otro inculcado por el fascismo latente y viviente que corre por las calles disfrazado de desconfianza pero que está hondamente metido en las almas de los que consiguen algo y tienen miedo de que los pobres, los desposeídos, los que vienen de fuera -extranjeros- les roben "lo poco" que tienen; en una sociedad occidental donde el tanto tienes tanto vales es más fuerte y más imborrable que nunca; en una sociedad desarmada y contentada con más fútbol y algo de pan, cervecitas y algún viajecito en el coche de papá; en una sociedad que se acomoda y deja que la gobierne el fascismo real y hábilmente disfrazado de democracia consultiva pero incapaz de haber dado un solo paso adelante en conseguir la igualdad y la fraternidad anheladas; en una sociedad de este tipo, dice mi amigo Luis Castillo, sólo cabe pensar que el fascismo futurista ha triunfado de pleno y dejando de lado las minucias se ha concentrado en mantener el poder en manos de los poderosos -esas oligarquías llamadas multinacionales-, en aislar y blindar las opciones de cambio profundo y auténtico y en arraigar cada vez más en lo profundo la jerarquía y la desconfianza hacia el vecino, en marcarlo todo con un precio y en separarnos de lo que en verdad nos define como humanos -la amistad, el amor, la compañía, el ocio, la cultura, el inconformismo- y en amedrentarnos, ponernos ante los ojos todos los desastres posibles -en los telediarios, chorreantes de sangre y de noticias largadas en serie, sin espacio para la reflexión-. En una sociedad como ésta, piensa mi amigo Luis Castillo, sólo queda empezar a plantearnos la vida desde el final, como si hubiéramos muerto y tuviéramos que analizar cómo fue nuestra existencia para quizá empezar a reaccionar o al menos a darnos cuenta de cómo hemos parido una ideología que nos alimenta y a la que no parece que vayamos a renunciar, ese fascismo futurista que nosotros creamos y del que, paradójicamente, somos ahora sus hijos muertos.


Imagen: "Boulevard Montmartre, efecto nocturno", de Camille Pissarro


Leer y ver : "Christian, el león" . En el blog de Mart

04 julio 2008

J. M. Coetzee: Desgracia


El arte de la novela precisa de preguntas más que de respuestas. No es fácil entender el mundo, no es fácil estar situado en ningún sitio, no es fácil ser. Coetzee, en esta gran novela, nos habla de cómo un hombre ha de aprender a perderlo todo para empezar de nuevo, de cómo no nos entendemos unos a otros sino desde la más insolente subjetividad, que en verdad sólo nos separa. Un profesor de universidad se acuesta con una de sus alumnas y cae en desgracia. No tiene demasiado interés en conservar su puesto ni su buen nombre, atónito quizá, orgulloso siempre. Viaja a la granja de su hija y se encuentra con la naturaleza, con perros que van a morir sin saberlo en manos de una mujer que los quiere y los consuela pero les inserta la aguja fatal en sus indefensos, inútiles cuerpos de seres abandonados. Hace el amor con alguien por quien no se siente atraído; él, que tanto amó la belleza y la juventud resplandeciente. Se enfrenta a una hija que no quiere volver a vivir en una ciudad pese a que es objeto de una dura agresión.
Y ahí empieza otra vida para el profesor. Ante un nuevo paisaje, ante una hija violada que no quiere huir y dejar atrás un lugar que la cosifica, la reduce, David Lurie, a sus cincuenta y dos años, se da cuenta de que la vida acepta el sufrimiento, el cansancio, la derrota, la indefensión a cambio de seguir siendo sólo eso, o nada menos que eso: vida.
Coetzee, con un estilo de frase corta y casi transparente, con una voz susurrante, nos hace llegar una historia en la que no caben los tópicos, en la que se les da la vuelta a mil y una ideas preconcebidas, en la que late siempre otra voz que aún no ha muerto, que nunca morirá: la de Dostoievski. Y es así porque los seres que pueblan este libro son gente humillada y ofendida, son personas que continuamente interrogan a la vida y su sombras y tienen que tomar decisiones para seguir adelante. Son personajes que optan por mirar muy adentro de sus almas, con el riesgo de encontrarse con que esas almas puedan no existir, ser meros reflejos, limitadas creaciones de la mente humana. De alguna manera pienso que Coetzee es un escritor que apuesta por la antiépica, que da la espalda a lo grandilocuente, que nunca habría podido escribir obras que clamen, apacigüen o señalen caminos incontrovertidos. Sus indagaciones son tan hondas que llega hasta el punto en que el vacío es ya lo único que vibra dentro de cada ser: y nos descubre que es su parte más auténtica, la última, la verdadera.
Que nadie se asuste: "Desgracia" es una obra necesaria, un paso formidable en la creación literaria de nuestra época, un mapa por el que moverse con libertad y sin temor. Eso sí, también sin ningún agarre. Es una novela necesaria en un tiempo en que estamos rodeados de novelas prescindibles.


Texto recomendado: "AUTOBIOGRAFÍA (LVI) - La caza", en el blog de Luis Quiñones Cervantes