30 mayo 2008

Pasos, de Federico Luppi


Olvidamos muy deprisa, olvidamos como si las cosas no hubieran sucedido, olvidamos como si nos quitáramos no la ropa vieja sino a esos otros que fuimos nosotros mismos y que no nos sirven ya de nada. De un cercano ayer habla "Pasos", necesaria película que, pese a sus limitaciones y carencias, es de las que uno recomienda, porque tienen mucha vida dentro. La historia de unos hombres y unas mujeres que acaban de dejar atrás el tejerazo, el intento de golpe de estado de 1981, es interesante, un vaso de agua fresca entre tanta arma ardiente y hollywoodiense que nos mata de calor y de aburrimiento la mayor parte de las veces. Es el pasado de este país lo que sale aquí a pasear, lo que se ventila como una casa vieja a la que se le abre una ventana. Somos demasiado listos, demasiado sabios -eso creemos-para aprender de los hechos recientes, que nos apresuramos a enterrar, como si fuéramos creadores de modas o destructores de las mismas, algo que vemos a menudo en la música pop. Pero la música y las palabras se las lleva el viento y a veces vuelven, nos tocan la fibra, nos recuerdan que no envejecemos partiendo de la nada y que somos, ante todo, pasado. No es ésta una gran película, la perjudican el esquematismo y el deseo de golpearnos con un hecho trágico y globalizador, pero seguro que cuando la veáis recordaréis momentos de vuestro ayer y pensaréis un poquito. No creo que Luppi se sienta mal sabiendo que consigue de cada espectador dos minutos de silencio meditativo.