A mi amigo Paco nunca le importó el dinero. Su tienda -Foto Luz y Color, en Almería - era el centro de reunión de amigos que íbamos a conversar con él, a escuchar música y a revelar pocas fotos. Paco te invitaba a café, te animaba a quedarte, nunca tenía prisa ni se impacientaba si permanecíamos demasiado rato holgazaneando mientras él atendía a los clientes. Yo, a veces, perdía allí una hora al mediodía cuando supuestamente iba a Correos a echar las cartas de mi empresa. Paco me recomendó un disco de Labordeta. Debí de oír alguna canción en la tienda y después acaso hablamos de cantautores y Paco seguro que dijo que Labordeta era uno de los grandes. Me convenció a la primera. Yo sólo sabía que el aragonés tenía un programa de viajes en la televisión nacional y recordaba vagamente que también había cantado y escrito poemas. El cedé - una recopilación - pasó a convertirse en uno de mis preferidos en cuanto lo compré. Y puedo aseguraros que tengo varios miles (nunca me he comprado un coche, una moto, ni tengo una casa, sólo un piso, y he invertido mi dinero en discos y libros). Siempre que se habla de cantautores pensamos en Aute, Serrat, Sabina, Víctor Manuel, últimamente en Ismael Serrano, pero nunca nos acordamos de destacar al viejo Labordeta. Qué injusta es la memoria. Acabo de volver a escuchar un disco -"Nueva visión"- que es un homenaje a este aragonés inmortal, con grupos y cantantes que interpretan sus temas y les ponen un aire nuevo a los campos, las casas, los paisajes que en la voz de Labordeta tanto han conseguido emocionarme. Sí, yo tengo treinta y nueve años. No he vivido la época en que Labordeta cantaba, escribía, era joven, luchador, creativo, imprescindible. He llegado tarde. Pero he tenido abuelos, he visitado sus casas en un pueblo, he dormido en colchones que se hundían y he desayunado leche en tazones altos, hondos, blancos y algo desportillados. Sólo tengo treinta y nueve años. Y el pasado no está tan lejano, no el pasado del que hablo, no del que habla Labordeta en canciones tan magistrales como "Quién te cerrará los ojos" o "La vieja", que cantada por él o - en el disco homenaje- por Paco Cuenca me emociona siempre que la oigo, siempre, me emociona y me lleva a paisajes que mis ojos han visto, han sentido, y me hace acordarme de algunas personas que ya no están y que parece que nunca han estado, que nunca han existido, en este mundo de prisas, de consumo rápido, de olvido instantáneo. Supongo que pertenezco a una generación intermedia, a caballo de dos tiempos y dos maneras de vivir y sobrevivir. Me siento triste y afortunado a la vez. Y cuando pongo un disco de Labordeta me emociono y pienso que estoy obligado a recordar.
Altarriba, García y Moral. El cielo en la cabeza.
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Norma, 2023. 144 páginas. Historia de un niño que trabaja en las minas del
Congo, es reclutado como niño soldado y junto con un amigo logrará escapar
y d...
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