A Luis Castillo le molestan las mentiras, las manipulaciones y las tonterías. Se ha levantado con la indignación en el cuerpo. Y antes de hora. Anoche estuvo en la Feria de Granada, bebió cerveza mexicana y whisky, se acostó tarde y a las nueve y media ha ido al servicio a orinar y ha encendido la radio. Entrevistaban a José María Cuevas, el ex jefe de los patronos, su ex representante, su ex dirigente, su ex voz cantante (Castillo dixit). Luis no vuelve a acostarse, porque se ha cabreado. Le ha molestado mucho el tono y el cariz de la entrevista que en Radio Nacional de España, en el programa de Olga Viza (cómo le han enfadado sus risitas complacientes y subsiguientes a algunos comentarios de Cuevas), le han hecho a este hombre cuyo único mérito para mi amigo granadino es haberse mantenido en un puesto más de veinte años, algo que nunca debería de haber sucedido si se creyera en la alternancia y en la rotación en los cargos. A Luis le saca de quicio que la entrevista haya sido absolutamente laudatoria y que nadie le haya planteado alguna pregunta (ninguno de los fijos del programa, ningún tertuliano) de este jaez: Señor Ex Jefe de los Empresarios, ¿a qué cree que se debe que las empresas cada vez ganen más dinero y los empleados cada vez tengan menos poder adquisitivo y menos seguridad en sus puestos de trabajo? ¿A qué cree que se debe que la gente pobre, con una hipoteca hasta las cejas, deje de tener hijos cuando España es la octava economía del mundo? Luis se atraganta al decirme que le disgusta el tono admirativo de este Ex Jefe con su sucesor, que está radicalmente en contra de la empresa pública (por ahí ha ido su primera declaración), al que él mismo llama Don Gerardo. Luis está muy enfadado. Anoche una persona a la que aprecia, que no hace mucho era limpiadora, que iba de portal en portal quitando la suciedad con mopa, fregona y agua, le dijo que de nuevo había votado a la derecha, también ahora en las elecciones municipales. Una persona con una hipoteca que acabará de pagar poco antes de la edad de jubilación, que hace malabarismos para llegar a final de mes y que ha tenido que recurrir a las tarjetas de crédito en alguna ocasión cuando el pago de la nómina se ha retrasado un par de días. Luis se ha parado ahí. Le he oído resoplar, ha dejado el teléfono un instante y ha vuelto y me ha dicho: Paco, ¿en el futuro a los perdedores, a los pobres se les impondrán multas sólo por serlo, a los que piensan de otra manera se les desterrará exterior o interiormente, se marginará a los que se cabrean, como yo, por oír el canto triunfal de los que tienen la sartén por el mango? Luis seguramente ha salido a la calle, ha mirado a su alrededor y ha pensado que este mundo definitivamente no tiene arreglo.
(Foto: Robert Frank)