Dejando a un lado todas las servidumbres propias de las series con muchos capítulos - esos componentes folletinescos que difícilmente pueden evitarse y que, lógicamente, hacen que se incurra en algunos errores y repeticiones -, quisiera destacar que esta serie emitida por TVE1 posee valores a tener en cuenta, empezando por la recuperación crítica de una época - la posguerra española, con Franco en el poder - que me resulta muy acertada y necesaria en un momento en que tantos revisionistas de la derecha española pretenden hacernos tragar gato por liebre y edulcorar unos años y un poder catastróficos y aún pendientes de un juicio más duro y definitivo por parte de sectores de nuestra sociedad que con su quietismo sólo favorecen el mantenimiento de muchas injusticias y mucho dolor. Son años en que no se podía hablar, en que la iglesia estaba con los vencedores y no con los vencidos, como debe de ser su labor y propósito, en que los presos políticos recibían palizas hasta la muerte. Sólo los muy hábiles, los muy adeptos al régimen, los muy ricos podían vivir sin dolerse por las ignominias que menudeaban en la vida cotidiana de nuestra país. La serie me gusta y me parece que los escritores que la han creado -Antonio Prieto entre ellos - han sabido dotarla de consistentes personajes que acaban por volverse muy reales y muy humanos en el salón de nuestra casa y en nuestros recuerdos. Salvando las distancias, las diferencias de aciertos y situando cada cosa en su lugar, me parece que TVE ha vuelto a darnos una serie que entronca con aquellas grandes historias que tanta popularidad y prestigio le otorgaron en los años ochenta del pasado siglo. Me alegra mucho: para esto ha de servir la televisión pública.
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*Imagen subida de la red*
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