Tu silencio es duro, es fuerte, es como un río que se secó por propia voluntad. Tu silencio es una condena, una cara vuelta, una palabra astillada entre los dientes. Tu silencio pesa aunque no tiene palabras. Tu silencio sobrecoge aunque no hace frío ni calor. Tu silencio dividió los sueños como aguas en el mar. Tu silencio iba calle abajo y no quiso mirarme. Tu silencio lloró en el hombro de una paloma que se alejaba. Tu silencio dejó parado a un niño que quiso saludarlo. Tu silencio crece y no tiene brazos ni pies. Tu silencio vaga y se hace grande como una montaña en la que crecen libres y solas las hierbas que nadie nunca recogerá. Tu silencio es un grito que cae en el pozo hondo y creciente de tus ojos hundidos y en los huecos de los recuerdos que ya no lo son. Tu silencio te protege pero no te conoce. Tu silencio te cubrirá sin amarte y te borrará lentamente. Tu silencio no será jamás tú, aunque lo necesites y quieras creer que porque nació de tus manos iba a ser un fiel compañero. Tu silencio no provocará mi silencio, porque no quiero correr por calles vacías en mis sueños, ser mordido por perros que sólo tienen huesos y una boca llena de lágrimas, ir hacia los campos en que brotan famélicos los deseos vencidos y donde hay caras que se dibujan con pinceles de ira y desolación. Tu silencio no será mi silencio y quizás no habrá más silencio, ni palabras, ni excusas, ni despedidas que consuelen y lo dejen todo en su lugar, ordenado como un hogar en que han muerto sus dueños y unas manos ajenas colocan cada cosa sin pasión y sin sentimiento en un espacio en el que ya no hay vida, pasado, recuerdos ni amor.
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*Imagen subida de la red*
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