Una marca de coches estadounidense (que no americana, que América no es sólo de los que viven en los Estados Unidos) celebra los años que lleva asentada en España y difunde una cuña publicitaria en la que dicen que el año que vinieron aquí nuestro país mandó a un famoso festival de música a un cantante que nos dejó en el penúltimo lugar. Por suerte, en cambio, como dicen ellos, a la marca de coches se le ocurrió la brillante idea de aparcar en la piel de toro y, para disfrutar de tal conmemoración, nos vende sus coches y nos paga las primeras letras. No es que nos las perdona o nos las aplaza o nos las prorratea. Ellos hacen los coches y no nos descuentan nada, sino que nos pagan. O sea, que se lo pagan a sí mismos. Imperialismo publicitario: así está el asunto.
Kafka: la verdad oculta (1991). Al despertar el insecto de un sueño
agitado, se encontró sobre su cama convertido en un horrible oficinista.
-
A menudo se habla de la necesidad de separar al autor de su obra. En
algunos casos, sucede lo contrario: el escritor se confunde con lo que ha
escrito...
Hace 10 horas